El caso de Kía es un caso especial.
Ella había tenido una buena vida, pero desgraciadamente no siempre es así. El mastín es una de esas razas olvidadas y castigadas.
Son muchos los casos de mastines que son usados como perros guardianes en fincas, naves industriales, que pasan los días solos con un cubo lleno de pienso (en el mejor de los casos) y un cacharro de agua. Muchas veces de puro aburrimiento tiran esos cacharros de agua y se quedan sin poder beber hasta que, pasado un tiempo, la persona encargada del perro va por allí a revisar si le falta algo.
Los mastines, como cualquier otro perro, tienen instinto de protección de sus casas, cierto, pero no por ello dejan de necesitar el calor de un hogar y de una familia, de la compañía. Son seres sociales, no guardianes o alarmas.
Además, son cientos los casos de abandonos en esas fincas y naves cuando el propietario se marcha definitivamente de allí.
Nos alegramos mucho de este final tan feliz de Kía, y aquí seguiremos luchando para que siga habiendo muchos más finales felices como el de ella.
¡¡Enhorabuena Kía!!