Otto definitivamente nos robó el corazón en cuanto le conocimos, robó el corazón de cada miembro que conforma AGERAA (cuidadores, voluntarios, etc) . Era la sombra más bonita, el amigo de todos, el compañero perfecto.
La primera vez que lo vimos fue en un chenil compartido con dos perras más, Iris y Wendy, una imagen nada tierna sino por el contrario, triste. Tres perros en un espacio tan reducido ladrando y saltando por querer salir de su encierro.
Este pequeño llevaba casi toda su vida en la perrera, nunca había conocido nada más. Y a pesar de esa vida que le tocó vivir, es un perro 10. Bueno, dócil, tranquilo, equilibrado.
Otto tardó en salir adoptado, no entendíamos por qué, ¡era un perro encantador! Lo llevamos a ferias de adopción donde Ottito estaba en su salsa, recibiendo todas las caricias y mimos que tanto le gustan, pero por mucho que la gente preguntaba por él e incluso alguno quiso empezar tramites de adopción... nada cuajaba.