Rubio, la verdad es que tampoco se rompió mucho la cabeza nuestra compi con su nombre.
En la Asociación tenemos una compañera que parece que los gatos llaman a su puerta, y en el caso de Rubio pasó.
Una noche en verano, mientras la gente dormía, un sonido familiar despertó a esta chica. Era el maullido lastimero de un gato en la calle. Al asomarse por la terraza de su casa, vio como un gato miraba desorientado hacia todos lados, parecía buscar a alguien, lloraba y caminaba de una lado a otro hasta que se quedó llorando en el portal de su casa.
Bajó rápidamente, y no hizo falta llamarle, Rubio vino corriendo hacia ella como si ya la conociera. Comió y bebió lo que esta chica le bajo, y ahí estuvieron un rato bajo la atenta mirada de vecinos curiosos :)
Un dato curioso es que al subirlo a casa para ponerlo a resguardo, Rubio se asustó mucho al ver a los otros gatos de nuestra compi, y se escondió detrás de la perra. Sí, la chica tiene 3 gatas y 1 perra.
Rubio tuvo suerte, al día siguiente conseguimos una casa de acogida para él. Con lo gracioso, cariñoso y salamero que es, pensamos que su adopción era algo inminente... pues no fue así.
Nuestro rubito se pasó meses en acogida, y nadie preguntaba por él y desde luego no se lo daríamos al primero que pasase. Esperamos... publicamos a Rubito muchas veces...
Por fin recibimos una llamada de un buen perfil de adoptante, una chica que le había llegado la historia de Rubio a través de un amigo que se lo pasó a otro amigo y así sucesivamente.
Llegó el día más duro, su acogida tuvo que decir adiós a meses de convivencia con un gatito espectacular, inteligente y lleno de energía... y que creía que era un perro. En las visitas que hacía nuestra compi con su perra siempre Rubio se alegraba mucho de ver a la perra, jugaba y se restregaba entre sus patas.