QUIERO AYUDAR, PERO NO QUIERO SUFRIR

jun 10, 2021

¿Te suena? Este ha sido mi pan de cada día desde hace 15 años. Desde que recuerdo, he tenido pasión por los animales y en concreto con perros y gatos. Desde muy pequeña sufría por aquellos animales que antiguamente se veían día tras día abandonados por la calle y que no tenían otra alternativa que buscarse la vida.

Siempre supe que quería ayudarles. Les ponía comida, intentaba cogerles aunque no supiera muy bien qué hacer con ellos después, si se dejaban les acariciaba... Siempre fui esa niña que rogaba, suplicaba y pedía "porfa porfa porfa" a sus padres que le dejaran meter a este pobre gatito en casa. A veces funcionaba, pero otras no. 
Hacía todo lo que estuviera en mi mano para que las vidas de esos pobres animales, y con los que yo empatizaba tanto, fuera algo más sencilla. Pero a medida que fui creciendo, sentía que no era suficiente y que quería ayudar, ayudar de verdad. Quería saber la forma de acabar con esto y ponerla en práctica.
Por esa época no había internet (que mayor soy, ¿no?🤔). Bueno, esperad, que no me he presentado, me pongo a hablar de perros y gatos y me olvido de mí.

Yo de niña suplicando 😅👆

Soy Sarisuel, voluntaria de AGERAA. Llegué aquí gracias a Filomena. Filomena no es mi vecina, Filomena fue la mayor nevada que yo recuerdo en Madrid y que dejó a muchos perros de perreras en condiciones horribles. AGERAA gestionaba el CPA de Parla, donde yo vivo, y me ofrecí a ayudarles con acogidas, y después de casi 4 meses aquí estoy... escribiendo este artículo del blog, que por cierto estrenamos en AGERAA. Mientras lo escribo, tengo a Bach tumbado aquí conmigo, el perro que tengo en acogida y que está en adopción por cierto.

Espero que podamos seguir esta nueva aventura juntos mucho tiempo y compartamos experiencias sobre eso que tanto nos gusta: ¡¡LOS ANIMALES!!


A lo que iba, que por esa época no había internet, así que la búsqueda era más complicada. Todo era el boca a boca, me enteré de que había una protectora en Alcorcón que necesitaba voluntarios. Era una protectora muy chiquitita, que al tiempo se disolvió y pudimos reubicar felizmente a todos los perros que tenían. Fue una experiencia maravillosa que recuerdo con mucho cariño. Aún recuerdo el nombre de los perros que teníamos allí y me hice un álbum de fotos de todos ellos.


Al poco tiempo, encontré otra protectora. Esta era bastante más grande, albergaba 600 perros y yo iba por allí todos los sábados a echar una mano. Aquí la experiencia no fue tan buena. Cada sábado iba, recogía las cacas con una mano y con la otra acariciaba a todo el que se me acercaba. Sin mirar, eran muchísimos, todos necesitados de cariño, de familias… Allí hacían todo lo que podían y más, pero eran 600 perros solamente en el albergue, más las casas de acogida. No había manos suficientes. Los voluntarios íbamos y no sabíamos muy bien que tareas realizar, porque nadie podía atendernos. Bastante tenían con los perros. Actualmente, esta protectora funciona casi como santuario y hacen una gran labor, pero tengo que reconocer que a mí me dejo un sabor de boca extraño, agridulce. Cada sábado me volvía a mi casa con la sensación de no haber hecho lo suficiente, de que mi aportación no era gran cosa, agotada mentalmente al conocer las historias de los animales, el estado en el que llegaban algunos, y poco a poco me dejé arrastrar por la sensación de sufrimiento más que por la del bienestar que podía proporcionar mi caricia a un perro desconocido. Deje de ir y de colaborar activamente con la protección animal. A día de hoy me arrepiento de ello, la verdad, pero lo hecho, pues hecho está.


Funcionaba por mi cuenta, mi maletero lleno de gadgets (collares, correas, trasportín, latas, guantes…) para rescatar a todo el que se cruzara en mi camino y se dejara coger, y buscarles un sitio después. Animal que veía y conseguía coger… “a la saca”. Era mi pequeña aportación y así he estado hasta que conocí a AGERAA.


Con ellas me he dado cuenta de que tengo mucho más que aportar. Ser voluntario de una protectora es algo más que recoger cacas, labor muuuuuy necesaria por cierto. A todos nos gusta estar mano a mano con los animales, sacarles a pasear, jugar con ellos, etc. Pero detrás de la protección animal hay muchísimas tareas y maneras de aportar. La menos atractiva quizá es la de aportar económicamente, porque solo te pasan un recibo a tu cuenta y es un rollo, no es divertido, pero es vital (no imaginas la de gastos que hay, todo cuesta dinero, ¡TODO!). Es que yo no tengo mucho dinero, tenemos Teaming, en la cual solo aportas 1€ al mes. Si ves que estás más desahogado, puedes hacer aportaciones puntuales. Soluciones para todos como veis 😜.


Pero si te va la marcha, si eres de las mías y quieres colaborar activamente, te animo a que nos conozcas. Entra en la web de AGERAA y cotillea las distintas maneras de colaborar con nosotras: Casa de acogida (¡yo soy! 🙋), paseadora y visitante de nuestros becarios en Tiendanimal (¡también soy!🙋, ya os he dicho que me va la marcha), aportar cositas para vender en mercadillos, hacer cartelería… en fin. Tu aportación siempre es bienvenida, por pequeña que sea y por poco que te parezca, es muy necesaria. Yo he tardado 15 años en darme cuenta, y por eso quería inaugurar el blog hablando de esto. Nunca es tarde para retomar buenos hábitos.

Un grano de arroz es poco, ¡cierto!, pero muchos granos juntos hacen una paella. ¡Y la paella nos encanta!


Nos vemos por aquí. 

Feliz día.

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